lunes, 28 de febrero de 2011

MINIATURAS EN MADERA Y OTROS MATERIALES HECHAS POR ALICIA CARULLI MI ESPOSA








El Arte de la Guerra

Arte de la Guerra
C A P I T U L O I - Sobre la evaluación
Sun Tzu dice: la guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la
muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien.
No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar prueba de una culpable
indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que nos es mas querido; y
ello no debe ocurrir entre nosotros.
Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer comparaciones entre
diversas condiciones de los bandos rivales, con vistas a determinar el resultado de la guerra.
El primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el tiempo; el tercero, el terreno; el
cuarto, el mando; y el quinto, la disciplina.
La doctrina significa aquello que hace que el pueblo esté en armonía con su gobernante, de
modo que le siga donde sea, sin temer por sus vidas ni a correr cualquier peligro.
El tiempo significa el Ying y el Yang, la noche y el día, el frío y el calor, días despejados o
lluviosos, y el cambio de las estaciones.
El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es fácil o difícil desplazarse, y si es
campo abierto o lugares estrechos, y esto influencia las posibilidades de supervivencia.
El mando ha de tener como cualidades: sabiduría, sinceridad, benevolencia, coraje y
disciplina.
Por último, la disciplina ha de ser comprendida como la organización del ejército, las
graduaciones y rangos entre los oficiales, la regulación de las rutas de suministros, y la
provisión de material militar al ejército.
Estos cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada general. Aquel que los
domina, vence; aquel que no, sale derrotado. Por lo tanto, al trazar los planes, han de
compararse los siguiente siete factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:
¿Qué dirigente es más sabio y capaz?
¿Qué comandante posee el mayor talento?
¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?
¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones?
¿Qué tropas son más fuertes?
¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?
¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?
Mediante el estudio de estos siete factores, seré capaz de adivinar cual de los dos bandos
saldrá victorioso y cual será derrotado.
El general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese general ha de ser mantenido al
mando. Aquel que ignore mi consejo, ciertamente será derrotado. Ese debe ser destituido.
Tras prestar atención a mi consejo y planes, el general debe crear una situación que
contribuya a su cumplimiento. Por situación quiero decir que debe tomar en consideración la
situación del campo, y actuar de acuerdo con lo que le es ventajoso.
El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de
aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del
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enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner
cebos para atraer al enemigo.
Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en
todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un
temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.
Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta
desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando
no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el
estratega.
Ahora, si las estimaciones realizadas antes de la batalla indican victoria, es porque los cálculos
cuidadosamente realizados muestran que tus condiciones son más favorables que las
condiciones del enemigo; si indican derrota, es porque muestran que las condiciones
favorables para la batalla son menores. Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin
ella, no puede. Muchas menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza cálculos
en absoluto.
Gracias a este método, se puede examinar la situación, y el resultado aparece claramente.
C A P I T U L O II - Sobre la iniciación de las acciones
Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo,
desanimará a tus tropas y embotará tu espada. Si estás sitiando una ciudad, agotarás tus
fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se
agotarán.
Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá
calamidades. Como se ha dicho: "Los que a hierro matan, a hierro mueren." Cuando tus tropas
están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos,
hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse. Entonces, aunque tengas
consejeros sabios, al final no podrás hacer que las cosas salgan bien.
Por esta causa, he oído hablar de operaciones militares que han sido torpes y repentinas, pero
nunca he visto a ningún experto en el arte de la guerra que mantuviese la campaña por mucho
tiempo. Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación militar se prolongue por
mucho tiempo.
Como se dice comúnmente, sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas podido
taparte los oídos, veloz como el relámpago que relumbra antes de haber podido pestañear.
Por lo tanto, los que no son totalmente conscientes de la desventaja de servirse de las armas
no pueden ser totalmente conscientes de las ventajas de utilizarlas.
Los que utilizan los medios militares con pericia no activan a sus tropas dos veces, ni
proporcionan alimentos en tres ocasiones, con un mismo objetivo.
Esto quiere decir que no se debe movilizar al pueblo más de una vez por campaña, y que
inmediatamente después de alcanzar la victoria no se debe regresar al propio país para hacer
una segunda movilización. Al principio esto significa proporcionar alimentos (para las propias
tropas), pero después se quitan los alimentos al enemigo.
Si tomas los suministros de armas de tu propio país, pero quitas los alimentos al enemigo,
puedes estar bien abastecido de armamento y de provisiones.
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Cuando un país se empobrece a causa de las operaciones militares, se debe al transporte de
provisiones desde un lugar distante. Si las transportas desde un lugar distante, el pueblo se
empobrecerá.
Los que habitan cerca de donde está el ejército pueden vender sus cosechas a precios
elevados, pero se acaba de este modo el bienestar de la mayoría de la población.
Cuando se transportan las provisiones muy lejos, la gente se arruina a causa del alto costo. En
los mercados cercanos al ejército, los precios de las mercancías se aumentan. Por lo tanto, las
largas campañas militares constituyen una lacra para el país.
Cuando se agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo presión. Cuando el poder y
los recursos se han agotado, se arruina el propio país. Se priva al pueblo de gran parte de su
presupuesto, mientras que los gastos del gobierno para armamentos se elevan.
Los habitantes constituyen la base de un país, los alimentos son la felicidad del pueblo. El
príncipe debe respetar este hecho y ser sobrio y austero en sus gastos públicos.
En consecuencia, un general inteligente lucha por desproveer al enemigo de sus alimentos.
Cada porción de alimentos tomados al enemigo equivale a veinte que te suministras a ti
mismo.
Así pues, lo que arrasa al enemigo es la imprudencia, y la motivación de los tuyos en asumir
los beneficios de los adversarios.
Cuando recompenses a tus hombres con los beneficios que ostentaban los adversarios los
harás luchar por propia iniciativa, y así podrás tomar el poder y la influencia que tenía el
enemigo. Es por esto par lo que se dice que donde hay grandes recompensas hay hombres
valientes.
Por consiguiente, en una batalla de carros, recompensa primero al que tome al menos diez
carros.
Si recompensas a todo el mundo, no habrá suficiente para todos, así pues, ofrece una
recompensa a un soldado para animar a todos los demás. Cambia sus colores (de los
soldados enemigos hechos prisioneros), utilízalos mezclados con los tuyos. Trata bien a los
soldados y préstales atención. Los soldados prisioneros deben ser bien tratados, para
conseguir que en el futuro luchen para ti. A esto se llama vencer al adversario e incrementar
por añadidura tus propias fuerzas.
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde
vayas.
Así pues, lo más importante en una operación militar es la victoria y no la persistencia. Esta
última no es beneficiosa. Un ejército es como el fuego: si no lo apagas, se consumirá por sí
mismo.
Por lo tanto, sabemos que el que está a la cabeza del ejército está a cargo de las vidas de los
habitantes y de la seguridad de la nación.
C A P I T U L O III - Sobre las proposiciones de la victoria y la derrota
Como regla general, es mejor conservar a un enemigo intacto que destruirlo. Capturar a sus
soldados para conquistarlos y dominas a sus jefes.
Un General decía: "Practica las artes marciales, calcula la fuerza de tus adversarios, haz que
pierdan su ánimo y dirección, de manera que aunque el ejército enemigo esté intacto sea
El Arte de la Guerra - 4
inservible: esto es ganar sin violencia. Si destruyes al ejército enemigo y matas a sus
generales, asaltas sus defensas disparando, reúnes a una muchedumbre y usurpas un
territorio, todo esto es ganar por la fuerza."
Por esto, los que ganan todas las batallas no son realmente profesionales; los que consiguen
que se rindan impotentes los ejércitos ajenos sin luchar son los mejores maestros del Arte de
la Guerra.
Los guerreros superiores atacan mientras los enemigos están proyectando sus planes. Luego
deshacen sus alianzas.
Por eso, un gran emperador decía: "El que lucha por la victoria frente a espadas desnudas no
es un buen general." La peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una ciudad
sólo se lleva a cabo como último recurso.
Emplea no menos de tres meses en preparar tus artefactos y otros tres para coordinar los
recursos para tu asedio. Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable
tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan.
Por lo tanto, un verdadero maestro de las artes marciales vence a otras fuerzas enemigas sin
batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas y destruye a otros ejércitos sin emplear mucho
tiempo.
Un maestro experto en las artes marciales deshace los planes de los enemigos, estropea sus
relaciones y alianzas, le corta los suministros o bloquea su camino, venciendo mediante estas
tácticas sin necesidad de luchar.
Es imprescindible luchar contra todas las facciones enemigas para obtener una victoria
completa, de manera que su ejército no quede acuartelado y el beneficio sea total. Esta es la
ley del asedio estratégico.
La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la
destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el enemigo es vencido por
el empleo de la estrategia.
Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si tus fuerzas son diez veces
superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos
veces superiores, divídelo.
Si tus fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible. Si tus fuerzas son inferiores,
mantente continuamente en guardia, pues el más pequeño fallo te acarrearía las peores
consecuencias. Trata de mantenerte al abrigo y evita en lo posible un enfrentamiento abierto
con él; la prudencia y la firmeza de un pequeño número de personas pueden llegar a cansar y
a dominar incluso a numerosos ejércitos.
Este consejo se aplica en los casos en que todos los factores son equivalentes. Si tus fuerzas
están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas están con
ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes entrar en
batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu estrategia y tu valor son menores que las de tu
adversario, entonces debes retirarte y buscar una salida.
En consecuencia, si el bando más pequeño es obstinado, cae prisionero del bando más
grande.
Esto quiere decir que si un pequeño ejército no hace una valoración adecuada de su poder y
se atreve a enemistarse con una gran potencia, por mucho que su defensa sea firme,
inevitablemente se convertirá en conquistado. "Si no puedes ser fuerte, pero tampoco sabes
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ser débil, serás derrotado." Los generales son servidores del Pueblo. Cuando su servicio es
completo, el Pueblo es fuerte. Cuando su servicio es defectuoso, el Pueblo es débil.
Así pues, existen tres maneras en las que un Príncipe lleva al ejército al desastre. Cuando un
Príncipe, ignorando los hechos, ordena avanzar a sus ejércitos o retirarse cuando no deben
hacerlo; a esto se le llama inmovilizar al ejército. Cuando un Príncipe ignora los asuntos
militares, pero comparte en pie de igualdad el mando del ejército, los soldados acaban
confusos. Cuando el Príncipe ignora cómo llevar a cabo las maniobras militares, pero
comparte por igual su dirección, los soldados están vacilantes. Una vez que los ejércitos están
confusos y vacilantes, empiezan los problemas procedentes de los adversarios. A esto se le
llama perder la victoria por trastornar el aspecto militar.
Si intentas utilizar los métodos de un gobierno civil para dirigir una operación militar, la
operación será confusa.
Triunfan aquellos que:
Saben cuándo luchar y cuándo no
Saben discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas.
Tienen tropas cuyos rangos superiores e inferiores tienen el mismo objetivo.
Se enfrentan con preparativos a enemigos desprevenidos.
Tienen generales competentes y no limitados por sus gobiernos civiles.
Estas cinco son las maneras de conocer al futuro vencedor.
Hablar de que el Príncipe sea el que da las órdenes en todo es como el General solicitarle
permiso al Príncipe para poder apagar un fuego: para cuando sea autorizado, ya no quedan
sino cenizas.
Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no
conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no
conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.
C A P I T U L O IV - Sobre la medida en la disposición de los medios
Antiguamente, los guerreros expertos se hacían a sí mismos invencibles en primer lugar, y
después aguardaban para descubrir la vulnerabilidad de sus adversarios.
Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del
adversario significa conocer a los demás.
La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.
Por esto, los guerreros expertos pueden ser invencibles, pero no pueden hacer que sus
adversarios sean vulnerables.
Si los adversarios no tienen orden de batalla sobre el que informarse, ni negligencias o fallos
de los que aprovecharse, ¿cómo puedes vencerlos aunque estén bien pertrechados? Por esto
es por lo que se dice que la victoria puede ser percibida, pero no fabricada.
La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad, una cuestión de ataque.
Mientras no hayas observado vulnerabilidades en el orden de batalla de los adversarios, oculta
tu propia formación de ataque, y prepárate para ser invencible, con la finalidad de preservarte.
El Arte de la Guerra - 6
Cuando los adversarios tienen órdenes de batalla vulnerables, es el momento de salir a
atacarlos.
La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia.
Los expertos en defensa se esconden en las profundidades de la tierra; los expertos en
maniobras de ataque se esconden en las más elevadas alturas del cielo. De esta manera
pueden protegerse y lograr la victoria total.
En situaciones de defensa, acalláis las voces y borráis las huellas, escondidos como
fantasmas y espíritus bajo tierra, invisibles para todo el mundo. En situaciones de ataque,
vuestro movimiento es rápido y vuestro grito fulgurante, veloz como el trueno y el relámpago,
para los que no se puede uno preparar, aunque vengan del cielo.
Prever la victoria cuando cualquiera la puede conocer no constituye verdadera destreza. Todo
el mundo elogia la victoria ganada en batalla, pero esa victoria no es realmente tan buena.
Todo el mundo elogia la victoria en la batalla, pero lo verdaderamente deseable es poder ver el
mundo de lo sutil y darte cuenta del mundo de lo oculto, hasta el punto de ser capaz de
alcanzar la victoria donde no existe forma.
No se requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es necesario tener una vista aguda
para ver el sol y la luna, ni se necesita tener mucho oído para escuchar el retumbar del trueno.
Lo que todo el mundo conoce no se llama sabiduría; la victoria sobre los demás obtenida por
medio de la batalla no se considera una buena victoria.
En la antigüedad, los que eran conocidos como buenos guerreros vencían cuando era fácil
vencer.
Si sólo eres capaz de asegurar la victoria tras enfrentarte a un adversario en un conflicto
armado, esa victoria es una dura victoria. Si eres capaz de ver lo sutil y de darte cuenta de lo
oculto, irrumpiendo antes del orden de batalla, la victoria así obtenida es un victoria fácil.
En consecuencia, las victorias de los buenos guerreros no destacan por su inteligencia o su
bravura. Así pues, las victorias que ganan en batalla no son debidas a la suerte. Sus victorias
no son casualidades, sino que son debidas a haberse situado previamente en posición de
poder ganar con seguridad, imponiéndose sobre los que ya han perdido de antemano.
La gran sabiduría no es algo obvio, el mérito grande no se anuncia. Cuando eres capaz de ver
lo sutil, es fácil ganar; ¿qué tiene esto que ver con la inteligencia o la bravura? Cuando se
resuelven los problemas antes de que surjan, ¿quién llama a esto inteligencia? Cuando hay
victoria sin batalla, ¿quién habla de bravura?
Así pues, los buenos guerreros toman posición en un terreno en el que no pueden perder, y no
pasan por alto las condiciones que hacen a su adversario proclive a la derrota.
En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército
derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después.
Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados.
Los que utilizan bien las armas cultivan el Camino y observan las leyes. Así pueden gobernar
prevaleciendo sobre los corruptos.
Servirse de la armonía para desvanecer la oposición, no atacar un ejército inocente, no hacer
prisioneros o tomar botín par donde pasa el ejército, no cortar los árboles ni contaminar los
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pozos, limpiar y purificar los templos de las ciudades y montañas del camino que atraviesas,
no repetir los errores de una civilización decadente, a todo esto se llama el Camino y sus
leyes.
Cuando el ejército está estrictamente disciplinado, hasta el punto en que los soldados morirían
antes que desobedecer las órdenes, y las recompensas y los castigos merecen confianza y
están bien establecidos, cuando los jefes y oficiales son capaces de actuar de esta forma,
pueden vencer a un Príncipe enemigo corrupto.
Las reglas militares son cinco: medición, valoración, cálculo, comparación y victoria. El terreno
da lugar a las mediciones, éstas dan lugar a las valoraciones, las valoraciones a los cálculos,
éstos a las comparaciones, y las comparaciones dan lugar a las victorias.
Mediante las comparaciones de las dimensiones puedes conocer dónde se haya la victoria o la
derrota.
En consecuencia, un ejército victorioso es como un kilo comparado con un gramo; un ejército
derrotado es como un gramo comparado con un kilo.
Cuando el que gana consigue que su pueblo vaya a la batalla como si estuviera dirigiendo una
gran corriente de agua hacia un cañón profundo, esto es una cuestión de orden de batalla.
Cuando el agua se acumula en un cañón profundo, nadie puede medir su cantidad, lo mismo
que nuestra defensa no muestra su forma. Cuando se suelta el agua, se precipita hacia abajo
como un torrente, de manera tan irresistible como nuestro propio ataque.
C A P I T U L O V - Sobre la firmeza
La fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los expertos
son capaces de vencer al enemigo creando una percepción favorable en ellos, así obtener la
victoria sin necesidad de ejercer su fuerza.
Gobernar sobre muchas personas como si fueran poco es una cuestión de dividirlas en grupos
o sectores: es organización. Batallar contra un gran número de tropas como si fueran pocas es
una cuestión de demostrar la fuerza, símbolos y señales.
Se refiere a lograr una percepción de fuerza y poder en la oposición. En el campo de batalla se
refiere a las formaciones y banderas utilizadas para desplegar las tropas y coordinar sus
movimientos.
Lograr que el ejército sea capaz de combatir contra el adversario sin ser derrotado es una
cuestión de emplear métodos ortodoxos o heterodoxos.
La ortodoxia y la heterodoxia no es algo fijo, sino que se utilizan como un ciclo. Un emperador
que fue un famoso guerrero y administrador, hablaba de manipular las percepciones de los
adversarios sobre lo que es ortodoxo y heterodoxo, y después atacar inesperadamente,
combinando ambos métodos hasta convertirlo en uno, volviéndose así indefinible para el
enemigo.
Que el efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas sobre huevos, es una cuestión
de lleno y vacío.
Cuando induces a los adversarios a atacarte en tu territorio, su fuerza siempre está vacía (en
desventaja); mientras que no compitas en lo que son los mejores, tu fuerza siempre estará
llena. Atacar con lo vacío contra lo lleno es como arrojar piedras sobre huevos: de seguro se
rompen.
El Arte de la Guerra - 8
Cuando se entabla una batalla de manera directa, la victoria se gana por sorpresa.
El ataque directo es ortodoxo. El ataque indirecto es heterodoxo.
Sólo hay dos clases de ataques en la batalla: el extraordinario por sorpresa y el directo
ordinario, pero sus variantes son innumerables. Lo ortodoxo y lo heterodoxo se originan
recíprocamente, como un círculo sin comienzo ni fin; ¿quién podría agotarlos?
Cuando la velocidad del agua que fluye alcanza el punto en el que puede mover las piedras,
ésta es la fuerza directa. Cuando la velocidad y maniobrabilidad del halcón es tal que puede
atacar y matar, esto es precisión. Lo mismo ocurre con los guerreros expertos: su fuerza es
rápida, su precisión certera. Su fuerza es como disparar una catapulta, su precisión es dar en
el objetivo previsto y causar el efecto esperado.
El desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.
Si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraerlos, primero tienes que
organizar el orden, porque sólo entonces puedes crear un desorden artificial. Si quieres fingir
cobardía para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que ser
extremadamente valiente, porque sólo entonces puedes actuar como tímido de manera
artificial. Si quieres fingir debilidad para inducir la arrogancia en tus enemigos, primero has de
ser extremadamente fuerte porque sólo entonces puedes pretender ser débil.
El orden y el desorden son una cuestión de organización; la cobardía es una cuestión valentía
y la de ímpetu; la fuerza y la debilidad son una cuestión de la formación en la batalla.
Cuando un ejército tiene la fuerza del ímpetu (percepción), incluso el tímido se vuelve valiente,
cuando pierde la fuerza del ímpetu, incluso el valiente se convierte en tímido. Nada está fijado
en las leyes de la guerra: éstas se desarrollan sobre la base del ímpetu.
Con astucia se puede anticipar y lograr que los adversarios se convenzan a sí mismos cómo
proceder y moverse; les ayuda a caminar por el camino que les traza. Hace moverse a los
enemigos con la perspectiva del triunfo, para que caigan en la emboscada.
Los buenos guerreros buscan la efectividad en la batalla a partir de la fuerza del ímpetu
(percepción) y no dependen sólo de la fuerza de sus soldados. Son capaces de escoger a la
mejor gente, desplegarlos adecuadamente y dejar que la fuerza del ímpetu

jueves, 24 de febrero de 2011

Un dia aprendes que...


 

 

 



 

Después de algún tiempo , aprendes la diferencia, la sutil diferencia entre dar la mano y encadenar un alma.

Y  aprendes que amar no significa apoyarte, y que compañía no siempre significa seguridad.

Y comienzas a aprender que besos no son contratos  y regalos no son promesas.

Y comienzas a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y los ojos al frente, con la gracia de un adulto y no con la tristeza de un niño.

Y aprendes a construir todos  tus caminos en el hoy, porque el terreno mañana es demasiado incierto  para los
planes, y el futuro tiene la costumbre de caer en medio .

Después de un tiempo  aprendes que el sol quema si estas expuesto por mucho tiempo.

Y aprendes que no importa cuanto te preocupes , algunas personas simplemente no se preocupan..........

Y  aceptas que no importa cuan buena sea una persona, ella va a herirte de vez en cuando y precisas perdonarla por eso.

Aprendes que hablar puede aliviar dolores emocionales.

Descubrís que lleva años construir confianza y apenas segundos para destruirla, y que podes hacer cosas en un instante,de las cuales te arrepentirás por el resto de tu vida.

Aprendes que verdaderas amistades continúan creciendo a pesar de grandes distancias.

Y lo que importa no es lo que tienes en la vida,  sino a quienes tienes .

Y que buenos amigos son la familia que nos permitirán elegir.

Aprendes que no tenemos que cambiar de amigos ,si comprendemos que los amigos cambian.

Percibes que tu mejor amigo y tu , pueden hacer cualquier cosa, o nada, y tener buenos momentos juntos.

Descubres que debemos dejar las personas que amamos con palabras amorosas,puede ser la última vez que las veamos.

Aprendes que las circunstancias y los ambientes tienen influencia sobre nosotros, pero que nosotros somos responsables por nosotros mismos.

Descubres que  lleva mucho tiempo para ser la persona que quieres ser,y que el tiempo es corto.

Aprendes que no importa donde ya llegaste , y si donde estas yendo, pero si no sabes para donde estas yendo, cualquier lugar sirve.

Aprendes que, o controlas tus actos o ellos los controlaran, y que ser flexible  no significa ser débil  o no tener personalidad, pues no importa cuan delicada y frágil sea una situación, siempre existen dos lados.

Aprendes que héroes son personas que hicieron lo que era necesario hacer,enfrentando las consecuencias.

Aprendes que la paciencia requiere mucha práctica.

Descubres que algunas veces la persona que esperas te lastime,cuando caes es una de las pocas que te ayudan a levantar.

Aprendes que madurez tiene mas que ver con los tipos de experiencias que se tuvo, y lo que aprendiste con ellas, que con cuantos cumpleaños celebraste .

Aprendes que hay mas de tus  padres en ti ,de lo que suponías.

Aprendes que nunca se debe decir a un niño que los sueños son tonterías,pocas cosas son tan humillantes, y seria una tragedia si el niño lo creyera.

Aprendes que cuando estás con rabia tienes el derecho de estar con rabia, pero esto no te da derecho a ser cruel.

 

Descubres que solo porque alguien no te ama de la forma que quieres que te ame,no significa que ese alguien no sabe amar, te ama como puede, pues existen personas que nos aman, pero simplemente no saben como demostrarlo
o vivir esto.

Aprendes que no siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tienes que aprender a perdonarte a ti mismo.


Aprendes que con la misma severidad con que juzgas, serás en algún momento condenado.


Aprendes que no importa en cuantos pedazos tu corazon fue partido, el mundo no para para que lo arregles.

Aprendes que el tiempo no es algo que las personas vuelvan  para atrás, por lo tanto, planta tu jardín y decora  tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores...

Y aprendes que realmente puedes soportar... que realmente eres fuerte, y que puedes ir mucho mas lejos, después de pensar que no se puede mas.

Y que realmente la vida tiene valor y que  tienes valor frente a la vida!

Nuestras dudas son traidoras  y nos hacen perder lo bueno que podríamos conquistar, si no tuviésemos miedo de intentar.
 


William Shakespeare

lunes, 21 de febrero de 2011

Estar solo en los tiempos actuales,

SAWABONA - SHIKOBA





Estar solo en los tiempos actuales,



No es sólo el avance tecnológico lo que marcó el inicio de este milenio. Las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de amor.
Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la que exista individualidad, respeto, alegría y placer por estar juntos, y no una relación de dependencia, en la que uno responsabiliza al otro de su bienestar. La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo, está llamada a desaparecer en este inicio de siglo. El amor romántico parte de la premisa de que somos una parte y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos. Muchas veces ocurre hasta un proceso de despersonalización que, históricamente, ha alcanzado más a la mujer. Ella abandona sus características, para amalgamarse al proyecto masculino.
La teoría de la unión entre opuestos también viene de esta raíz: el otro tiene que saber hacer lo que yo no sé. Si soy manso, ella debe ser agresiva, y así todo lo demás. Una idea práctica de supervivencia, y poco romántica.
La palabra de orden de este siglo es asociación. Estamos cambiando el amor de necesidad, por el amor de deseo. Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito, lo que es muy diferente. Con el avance tecnológico, que exige más tiempo individual, las personas están perdiendo el miedo a estar solas y aprendiendo a vivir mejor consigo mismas. Ellas están comenzando a darse cuenta de que se sienten parte, pero son enteras. El otro, con el cual se establece un vínculo, también se siente una parte, no es el príncipe o salvador de ninguna cosa, es solamente un compañero de viaje.
El hombre es un animal que va cambiando el mundo, y después tiene que irse reciclando para adaptarse al mundo que fabricó. Estamos entrando en la era de la individualidad, que no tiene nada que ver con el egoísmo. El egoísta no tiene energía propia; él se alimenta de la energía de los demás, sea financiera o moral. La nueva forma de amor, o más amor, tiene nuevo aspecto y significado. Apunta a la aproximación de dos enteros, y no a la unión de dos mitades. Y ella sólo es posible para aquellos que consiguieron trabajar su individualidad. Cuanto más capaz sea el individuo de vivir solo, más preparado estará para una buena relación afectiva.
La soledad es buena, estar solo no es vergonzoso. Al contrario, da dignidad a la persona. Las buenas relaciones afectivas son óptimas, son muy parecidas con estar solo, nadie exige nada de nadie y ambos crecen.
Relaciones de dominación y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado. Cada cerebro es único. Nuestro modo de pensar y actuar no sirve de referencia para evaluar a nadie. Muchas veces pensamos que el otro es nuestra alma gemela y, en verdad, lo que hacemos es inventarlo a nuestro gusto.
Todas las personas deberían estar solas de vez en cuando, para establecer un diálogo interno y descubrir su fuerza personal. En la soledad, el individuo entiende que la armonía y la paz de espíritu sólo se pueden encontrar dentro de uno mismo, y no a partir de los demás. Al percibir esto, él se vuelve menos crítico y más comprensivo con las diferencias, respetando la forma de ser de cada uno. El amor de dos personas enteras es el bien más saludable. En este tipo de unión, está el abrigo, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado. No siempre es suficiente ser perdonado por alguien. Algunas veces hay que aprender a perdonarse a si mismo...
SAWABONA es un saludo usado en el sur de África y quiere decir: “Yo te respeto, yo te valoro y tú eres importante para mí". Como respuesta las personas dicen: SHIKOBA, "Entonces yo existo para ti".

Cómo hacen falta (en muchos países), políticos de la envergadura de esta señora. Mis respetos.


                  
Cómo hacen falta (en muchos países), políticos de la envergadura de esta señora. Mis respetos.


lunes, 14 de febrero de 2011

CONFESIONES DE UNA FARMACÉUTICA

http://www.youtube.com/watch?v=wIWuEAFlg1Y

FRASES DE MARTIN LUTERO

El pensamiento está libre de impuestos.
Aquel a quien no le gusta el vino, ni la mujer, ni el canto, será un necio toda su vida.
La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda.
Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve.

sábado, 5 de febrero de 2011

Las utopías de Osvaldo Bayer

“Necesitamos idealismo y honestidad para empezar a caminar”
El historiador, periodista y escritor, en una extensa entrevista con La Pulseada, remarca la necesidad de creer en las utopías, hace un breve recorrido por su historia de lucha y militancia, analiza la actualidad y asegura que los postulados de una verdadera democracia deben ser: “nunca más niños con hambre, nunca más gente sin trabajo, nunca más villas miseria. Basta de especuladores, de dueños de la tierra, los medios y la riqueza”.
La sensación es rara. Desde aquí, desde el frío y la humedad del invierno platense, salen las preguntas. Desde allá, desde el suave verano alemán, con temperaturas que rondan los 25 grados, Osvaldo Bayer envía las repuestas. Más de 11 mil kilómetros separan un punto del otro. El puente: Internet. Un vínculo virtual de correos electrónicos que van y viene con la rapidez que entrevistado y entrevistador dispongan.
Todos los años Bayer pasa dos meses del verano europeo –julio y agosto- en una pequeña ciudad de difícil pronunciación (Linz am Rhein), a orillas del río Rin, en el Estado del Rin-Palatinado. Allí, pasa los días junto a su mujer, Marlies, muy cerca - a unos diez minutos – de su hijo mayor Udo, su nuera y tres de sus diez nietos. Sus otros dos hijos varones -Cristian y Esteban- también viven en Alemania y su hija Ana, en Treviso, una ciudad del norte de Italia. A pesar de sus 81 años, Bayer no ha tenido problemas para adaptarse a las nuevas tecnologías y a este tipo de entrevistas. “En la década del ‘50 -recuerda-, cuando trabajaba en Noticias Gráficas, los antiguos redactores escribían sus notas primero a mano y luego las pasaban a la máquina. Los jóvenes, nos reíamos al verlos. Luego, en Alemania, en el exilio, en seguida me adapté a la computadora que fue, sin dudas, un paso increíble. Un mundo nuevo. Tal vez no mejor, pero sí nuevo”.
Historiador, periodista, autor del libro que retrata las masacres obreras producidas en la Patagonia Argentina a principios del siglo XX (La Patagonia Rebelde), Osvaldo Bayer siempre ha estado comprometido con la causa de los trabajadores, de los pueblos originarios y de los que menos tienen. Esto lo llevó a vincularse con personajes como Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Haroldo Conti y El Che Guevara, pero también a ser perseguido y tener que vivir en el exilio durante la última dictadura militar.
Un libro abierto de trabajo, coherencia y compromiso, Bayer hace un breve recorrido por los años de mayor ebullición política de nuestra historia y un análisis de la situación actual de nuestro país.
-En algunas notas señalan que usted es socialista; en otras que es anarquista. ¿Tiene una autodefinición sobre su posición política o prefiere dejar de lado las etiquetas?
-Después de mis experiencias juveniles, tanto en la Argentina como en Alemania, decidí volcarme al socialismo libertario. Creo que la única salida para un mundo racional, equitativo, sin guerras, donde el cuidado de la naturaleza sea un imperativo ético, con trabajo y vivienda para todos y sin ejércitos: ese dinero, para la ciencia. Para llegar a eso, el socialismo en libertad. Ninguna dictadura, ni elecciones poniendo el voto “secreto”. La asamblea y representantes y no mandatarios. Una verdadera democracia donde nadie sea dueño de la tierra ni de sus productos, sino que todo sea repartido de acuerdo a sus necesidades. Si el mundo, en todas las épocas hubiera gastado su dinero en las ciencias y no en las guerras, este planeta ya sería un verdadero paraíso.
-¿Por qué en las décadas del ´60 y ´70 prefirió comprometerse, pero por fuera de las grades organizaciones como ERP o Montoneros?
-Porque siempre fui consecuente con el no a la violencia, aunque comprendo cuando los pueblos recurren a ella, desde abajo, cuando son oprimidos. En esa época, luché para seguir el ejemplo de Agustín Tosco y el “Cordobazo”. El salir a la calle con el pueblo, la razón contra la opresión. No a las armas. Pero mi voz no fue escuchada y así perdimos lo mejor de nuestra juventud. Y esos amigos maravillosos, que estaban por la lucha armada, los mejores de nuestra generación: Rodolfo Walsh, el Paco Urondo, Haroldo Conti... Para mencionar sólo a tres de los miles que cayeron bajo la sinrazón de la ignominia de la dictadura militar y de la miserable y cobarde Tres A de López Rega. Yo no estaba de acuerdo con la guerrilla ni urbana ni rural, pero hice todo lo posible para defender a los perseguidos y desaparecidos.
-¿Recuerda el encuentro que tuvo con El Che en Cuba?
-Fue en La Habana, aniversario de la Revolución, en 1961. Viajé con la madre del Che, por Chile, con otros cuatro argentinos invitados. Recuerdo que en esa delegación estaba la escritora Sara Gallardo, fallecida años después, tan joven. La autora de la novela “Los galgos, los galgos”, muy buena. A los tres días de llegar a La Habana, el Che nos dio una entrevista que duró dos horas y cuarto. Nos citó para ello a las diez de la noche, en al Banco de la Industria, donde tenía su despacho. La exposición con el Che fue una experiencia inolvidable. Era un ser muy atractivo, simpático y hablaba una mezcla de argentino-cubano que le caía muy bien. Nos relató cómo había que hacer la revolución en la Argentina, durante dos horas. Nos dio todos los detalles: guerrilla en las sierras de Córdoba, era su consejo clave. Nos detalló cómo iba a ser la lucha. Había pensado en todo. Nos habló del triunfo final, con el rostro iluminado. Cuando terminó nos invitó a hacer preguntas. Fue allí que yo cometí tal vez el más grande error de mi vida. Le dije: “compañero Che, nos has hablado con todo detalle de las acciones en sí de la guerrilla, pero nada nos has mencionado de la represión. En la Argentina -añadí- están las policías bien armadas, la gendarmería, el ejército con sus tanques, la armada con su infantería de marina preparada –en aquel tiempo- para acciones antiguerrilleras, y la aeronáutica, más los servicios de informaciones”. Cuando terminé de hacerle esa pregunta hubo un silencio de tensa expectativa. Recuerdo la mirada del Che. Me miró prolongadamente con inmensa tristeza y me contestó sólo con tres palabras: “son todos mercenarios”. Nada más. Yo pensé, claro que son todos mercenarios los de uniforme, pero disponen de las armas más avanzadas y quieren hacer mérito. Pero, en ese momento, me arrepentí de haberle hecho esa pregunta. Porque yo, en sí, no había hecho ninguna revolución. Él, sí. Y medité: tal vez para hacer una revolución no hay que preguntarse primero acerca de la represión, porque como siempre es más poderosa, por todo su aparato, que la guerrilla. Me dije a mí mismo: me equivoqué, ¿se puede, acaso, hacer una revolución pensando en el máximo de seguridades? Nunca más me voy a olvidar con la tristeza que me miró el Che. Un grande, un poeta romántico de la lucha de los pueblos.
-En esa época conoció a “La Pirí” Lugones, hija del comisario “Polo” Lugones, inventor de la picana eléctrica y nieta del escritor Leopoldo Lugones, miembro de la Liga Patriótica (grupo que atacaba a trabajadores). Sin embargo, ella rompió con esa familia y se unión a grupos revolucionarios ¿Qué nos puede contar de esta mujer?
-A Pirí Lugones la recordaré siempre. Su fuerza increíble, su coraje, su valentía. Es increíble la fantasía que tiene la realidad. A ese padre le salió una hija guerrillera por los derechos del pueblo. Cuando se me presentó –era en ese tiempo la pareja de Rodolfo Walsh- me dijo: “Soy la Piri Lugones, la hija del torturador Lugones”, así de simple. Quedé conmocionado, lo único que le faltaba era agregar: sí, del inventor de la picana eléctrica. Los torturadores y los genocidas no se dan cuenta que sus hijos pueden llevar el dolor de la vergüenza para toda la vida. Años después, nos encontramos y tuvimos una larga charla. Ella no veía otra salida que la lucha armada. ¡Cómo traté de convencerla con la teoría del “espontaneísmo de las masas” y de los hechos históricos basados en esa interpretación: la revolución francesa, la rebelión de los campesinos alemanes en 1515, la revolución alemana de fines de la primera guerra mundial, la revolución rusa, etc.! Pero no la convencí. Fue la última vez que la vi. Fue detenida, torturada con la picana eléctrica inventada por su padre, y desaparecida. ¡Cuánta perversión la de los uniformados!
-¿Cómo recuerda a Rodolfo Walsh?
-Para mí, Rodolfo Walsh era el incansable, el hombre sin miedos. De un gran talento. Con respecto a sus creaciones escritas es el Borges de la izquierda. Su última carta a los comandantes es la mejor definición sobre la dictadura del 76. Y eso que, cuando la escribió, apenas había pasado un año de la toma del poder por los militares. Y su carta a Vicky, su hija, caída en la lucha, es de una ternura y una profundidad inigualables. Recuerdo nuestra despedida, en mayo de 1976, plena dictadura. Cuando Rodolfo me vio me aconsejó que saliera del país ya mismo. Lo miré azorado y le contesté: “¡mirá quién habla!” Y él, con la humildad que lo caracterizaba pronunció esto: “no, no es lo mismo, vos escribiste La Patagonia Rebelde”. Yo, más sorprendido todavía, le insistí: “¿y vos? Operación Masacre, y nada menos que te metiste con la burocracia sindical en Quién mató a Rosendo. Me dio la mano y me dijo, casi paternal -aunque los dos somos del mismo año, 1927- “no, no es lo mismo, andate ya”. Así era Rodolfo Walsh, el amigo. Integro, brillante, indomable, héroe. Los que lo mataron sean malditos hasta el fin de los siglos. Y voy a repetir mil veces lo que siempre digo: Rodolfo Walsh era el mejor de todos.
-¿Qué fue el exilio para usted?
-Fue sentir la injusticia en el propio ser. Después de la prohibición de mis libros y del film “La Patagonia Rebelde”, el exilio. Comenzar de nuevo la vida a los 50 años cuando yo ya en mi país podía vivir de mis libros, de los guiones cinematográficos, de mis artículos periodísticos, sin ser dependiente de nadie. Teníamos en aquel tiempo, en Martínez, con mi familia –mi mujer y mis cuatro hijos- una casa sencilla pero grande, con fondo, jardín y árboles donde yo también cumplía con mi vocación de plantar la vida verde y de criar aves.
Mi sueño era criar faisanes; siempre me gustó la belleza de esos extraños seres. De pronto, por voluntad del criminal López Rega y su banda y luego por los militares asesinos, tuvimos que cambiar todo y empezar de nuevo. Comenzar todo otra vez, como a los 20 años. Buscar trabajo para poder vivir. Lo que significa sufrir en ello las humillaciones. Por último, tuve la suerte de trabajar como docente y como traductor. Y a la par empleé todo mi tiempo libre para denunciar en Alemania a la dictadura militar argentina de Videla y a su método infame de la desaparición de personas. Viajé por Alemania, Holanda, Bélgica, Dinamarca y Suecia para obtener solidaridad con nuestros desaparecidos y con las Madres. Así se pasaron esos ocho años. Trabajo y lucha.
Vergüenzas nacionales
–¿Cómo surgió el vínculo de mutuo respeto entre usted y los pueblos originarios?
-Porque siempre estuve con mis escritos en defensa de los derechos de los pueblos originarios y, en el libro “Historia de la crueldad argentina”, denuncio al general Roca como un genocida falaz, después de un profundo estudio de la llamada campaña del desierto, donde comprobé el racismo y la brutalidad de ese militar y sus oficiales. No sólo se les quitó la tierra a esos pueblos originarios, sino que con ellos se reimplantó la esclavitud, al enviar a los hombres prisioneros a trabajar en los cañaverales azucareros tucumanos y a las fortificaciones de la isla Martín García. Y a sus mujeres como sirvientas y a los niños como mandaderos. Es el episodio más vergonzoso de nuestra historia. Y seguiré luchando hasta que el Estado reconozca ese genocidio, pida perdón a los pueblos originarios, se les reivindique el derecho a vivir en sus tierras comunitarias y se quite esa vergüenza nacional: el monumento que tiene Roca en el centro de Buenos Aires y ese asesino termine de mirarnos en el billete más caro de nuestro dinero, el de cien pesos.
-La historia que se enseña en las escuelas ha transformado en referentes a  personajes como Roca, Sarmiento o el perito Francisco Moreno, que demostraron un gran desprecio por los sectores populares y por los pueblos originarios.
-Es la historia oficial. La historia de los que se quedaron con el poder de la tierra, de un desprecio hacia los pueblos originarios como ocurrió pocas veces. Tal vez muy parecida la nuestra a la de Estados Unidos. Siempre pongo este ejemplo: en 1813, la Asamblea elimina la esclavitud dando la libertad de vientres. En 1879, Roca y Avellaneda reimponen la esclavitud en el famoso “reparto de indios”. En ese glorioso año de 1813 se aprueba el Himno Nacional con aquella estrofa bella y justa de
    
Ved en trono a la noble igualdad,
Libertad, Libertad, Libertad.
Setenta años después de cantar ese himno en todas las ceremonias, los argentinos esclavizan a los pueblos originarios. El propio Sarmiento entró en esa línea racista. Son innumerables sus escritos donde muestra su desprecio por el habitante original y por el gaucho, el mestizo. El perito Moreno aplicaba un método “científico” para demostrar la “inferioridad” de los pueblos que habitaban estas tierras durante siglos y así justificar la masacre.
–¿Qué resabios de esa historia marcan nuestro presente?
-Nunca los argentinos hemos tenido una verdadera democracia. En menos de un siglo de la llamada democracia hemos sido gobernados siempre por dos partidos políticos –radicales y peronistas- y por catorce dictaduras militares. Además de la “década infame”, donde los gobiernos eran elegidos por el “fraude patriótico”, expresión inventada por los argentinos y que nadie comprende en el exterior. Nuestra participación en la democracia es poner un papelito en las urnas para elegir a un candidato, que después puede variar de ideología como se le ocurra. Ejemplo: Menem, peronista, hizo el gobierno más ultracapitalista con respecto a la economía. Luego, el pueblo eligió a De la Rúa, “radical”, que puso al mismo ministro de Economía que Menem.
El reloj de la democracia
-¿Qué opinión tiene del último conflicto entre lo que los medios grandes han denominado “el campo” y el gobierno?
-En nuestro campo existe piedra libre para todo. Desde la explotación de niños en las fumigaciones hasta cooperativas agrícolas donde se respeta el derecho de todos. Lo mismo pasa en la industria donde se explota vilmente a trabajadores bolivianos y peruanos, especialmente. Es hora ya que se haga una reforma agraria fundamental en nuestro país. Se deben fomentar cooperativas de campo y delimitar de una buena vez el número de hectáreas por cada propietario. El error del gobierno fue medir a todos con la misma vara, los pequeños propietarios y los latifundistas. La Sociedad Rural todopoderosa, vio la oportunidad de hacer tambalear al gobierno no bien definido de los Kirchner. Todo fue ambigüedad, cada uno defendió sus propios intereses sin importarle la sociedad y el país. Después de la triste experiencia de la última dictadura criminal, la democracia no ha aprendido nada. Hay que democratizar por fin a la “democracia argentina”.
-¿Y cómo ve la actualidad de Argentina?
-Estamos otra vez en la hora cero. Hay que hacer, por fin, avanzar el reloj de la verdadera democracia cuyo primer postulado debe ser: nunca más niños con hambre, nunca más gente sin trabajo, nunca más villas miseria. Para lograr eso: sentirnos responsables y actuar. No callarnos la boca ni soportar las injusticias que vemos a diario. Tenemos un país inmensamente rico. Basta de especuladores y de dueños de la tierra, los medios y la riqueza. Democratizar verdaderamente esas riquezas. Y, por sobre todo, defender nuestra extraordinaria y bella naturaleza. Llegar a un país sin violencias. Y, cumplir con el sueño del gran Bolívar: los Estados Unidos Latinoamericanos. ¿Sueños, utopías? Sí, claro, pero ayudemos a dar el primer paso para por lo menos divisar esa utopía en el horizonte. Necesitamos idealismo y honestidad para empezar a caminar.
El regreso que no fue
“Una noche, que no olvidaré, en una cena en lo de Osvaldo Soriano, en Paris. Estábamos presentes Soriano, su esposa, Julio Cortázar y su joven compañera canadiense, Gabetta y yo. La reunión había sido preparada por Soriano porque yo le había dicho que detallaría un plan que preparé en esas semanas para el regreso a nuestro país de todos los intelectuales argentinos exiliados, todos juntos, en avión, para el día de la asunción del dictador Viola, sucesor de Videla, en 1981. La iglesia evangélica alemana nos fletaba un avión y nos acompañaban personalidades de las letras y de la política, además de periodistas de los medios europeos. Por ejemplo Günter Grass, García Márquez, Felipe González, Juan Rulfo, etc. Todo esto se podía hacer si nos acompañaba Cortázar, el más conocido de los intelectuales argentinos en el extranjero. De ahí que esa noche en lo de Soriano se jugaba todo: si aceptaba Cortázar se hacía el regreso. Si decía que no, quedaba todo sólo como un proyecto imposible, el sueño del regreso. Y el demostrar que los argentinos exiliados –tan denostados en la Argentina de la dictadura- tenían el coraje de volver, pese a las amenazas de la dictadura criminal. Pero Cortázar no aceptó presidir la delegación argentina. Nos respondió: ‘Yo no quiero que me peguen un tiro en la cabeza’. Ahí se derrumbó nuestro proyecto. Hice intentos de convencerlos, hablé más de hora y media, pero definitivamente no aceptó. Nunca le guardé resentimiento alguno a Cortázar. Me di cuenta que estaba muy enamorado de Catherine Dunlop, su joven compañera. Justo en ese período le vengo a hacer esa proposición cuando él quería vivir plenamente ese amor. Él reaccionó con honestidad, dijo lo que sentía, no buscó algún otro argumento. Nos dijo claramente: ‘no quiero que me peguen un tiro en la cabeza’. Bien claro. Lástima grande, de haber ocurrido el viaje, hubiera tenido trascendencia internacional”.
El mercenario
“En el año 63 recibí una invitación de una biblioteca de la ciudad bonaerense de Rauch. Me pidieron que yo mismo eligiera el tema. Pensé: les voy a hablar sobre el militar cuyo nombre lleva la ciudad: Federico Rauch. Ese militar fue un mercenario. Era de Alsacia, había combatido con Napoleón y vino por dinero, contratado por Rivadavia ‘para exterminar a los indios ranqueles’, como dice el decreto. Llegó aquí y empezó con la matanza. El primer comunicado dice: ‘hoy, para ahorrar balas, hemos degollado a 27 ranqueles’. Así de simple. El segundo comunicado es más filosófico. Señala: ‘Los ranqueles no tienen salvación porque no poseen sentido de la propiedad’. Fíjese qué profundo el pensamiento. Y el tercero es ya increíble. Dice: ‘los ranqueles son anarquistas’. Estamos en 1827. Bien, hasta que un joven ranquel, a quien los soldados lo llamaban Arbolito porque divisaban que los espiaba desde lejos y al principio creían que por sus cabellos largos se trataba de un árbol joven en medio de la pampa, lo enfrentó al orgulloso militar europeo: lo sorprendió en una hondonada, en el combate de Las Vizcacheras, le boleó el caballo y le cortó la cabeza al militar europeo mercenario.
Cuando terminé la conferencia, allí en la ciudad de Rauch, propuse a los presentes que los habitantes de ese lugar exigieran cambiarle el nombre a la localidad, que en vez de llevar ese nombre ignominioso pasara a llevar el simpático nombre de Arbolito. Ante esa proposición los presentes abandonaron la sala de conferencias apresuradamente y me dejaron solo. Regresé a Buenos Aires y a la mañana siguiente me detuvieron. Es que justamente el ministro del Interior de la dictadura militar de aquel entonces era nada menos que el general Juan Enrique Rauch, biznieto directo del mercenario Federico Rauch. Estuve 63 días preso a disposición del Poder Ejecutivo. La ciudad bonaerense hoy se sigue llamando Rauch”.
Publicado originalmente en Revista "La Pulseada"